Mientras más grandes somos más humildes debemos de ser. Esto lo oà decir a un grande entre los grandes. A cada rato en nuestro paÃs vemos todo lo contrario y esto sucede en todos los campos. Nuestros artistas necesitan de una parafernalia de seis o más personas que lo acompañas, creemos nosotros, hasta en el inodoro. Tiene que andar con los clásicos guardaespaldas y con los lambones del momento. Los otros dÃas vi entrar a un supermercado apeándose de su carro a nuestro Juan Luis Guerra, lo comenté con un amigo, y me dijo que cuando sale va manejando él solo, sin nadie. Qué diferencia con los "pegados" de nuestro paÃs.
El mÃercoles, el Palacio de los Deportes, en medio de aguaceros se presentó JoaquÃn Sabina. Un grande. Una figura de renombre internacional. Cuál fue la sorpresa del público al ver un personaje sencillo con una gran calidad.
Toda esta costumbre de nuestros seudos artistas deberÃa de terminar. El hábito no hace al monje, lo disimula. Cuando nuestra gente responda a la calidad y no a la fanfarronerÃa e incapacidad, comenzaremos a colocar nuestros Ãdolos fabricados en el lugar que se merecen. Son de barro. Son muñecos sin vida y sin alma.
Tenemos el coraje de decirlo porque alguien debe recoger la opinión que sobre ellos existe. Con todos los artistas que trabajamos, descubrimos y vendimos, siempre tuvimos por norma que fueran sencillos y que no se despegaran de su origen.
Desgraciadamente algunos no lo hicieron y se quedaron sin seguidores, ni siquiera con sus lambones. TodavÃa hay esperanza, hay gente que andan con un equipaje de humildad y no se creen preferenciales.
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